jueves, 2 de mayo de 2013

Santo en el hotel de la muerte


Dirección: Federico Curiel.
Guión: Federico Curiel, Antonio Orellana y Fernando Osés.
Cast: El Santo, Luis Aragón, Alfredo Wally Barrón, entre otros.
Fotografía: Fernando Colín.
Montaje: José Juan Munguía.
Productora: Películas Rodríguez.

En un exclusivo hotel se han dado extraños y repentinos asesinatos de mujeres. Virginia, una periodista y su novio Fernando, detective (acompañado de su apéndice Conrado), comienzan a investigar la raíz de los crímenes.

Conforme aumentan las investigaciones el asunto parece enturbiarse más, y para cierto momento, todos los huéspedes son sospechosos, por lo cual se les impide abandonar el hotel. Finalmente se descubrirá que un viejo y respetado arqueólogo sostiene una célula criminal que busca de un tesoro bajo los túneles del lujoso complejo. 

El Santo. El pinche Santo, omnipotente y valeroso como ya lo conocemos aparece a media película para poner todo en orden y rescatar a las mujeres que sólo fueron secuestradas y suplantadas por cadáveres de cera. 

Predecible y con ratos dinamismo fotográfico éste churro del Santo, salvo por ciertos elementos narrativos ahí medio digeridos, bien pudo haberse producido un década atrás. Lugares comunes y fórmulas sobadas (ésta sería la quinta película de El Santo, y la segunda que dirigía Curiel, después de El Santo contra el Rey del crimen.)
 
"Después de la lucha libre viene lo más difícil, la lucha contra el crimen".



miércoles, 1 de mayo de 2013

Génesis de El Contagiadero





El cine, más allá de un rito social, es ser cómplice y testigo de algo más que un banal espectáculo.  El cine es superior a una mera sustantividad. Y aunque a fin de cuentas viene siendo algo así como un arte en sí mismo abnegado a su público, cualquiera que sea éste, uno siempre se topa con una realidad innegable, y que ese español mil-usos de la risa, llamado Pedro Ruiz, resumió de esta manera: “Lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros”.  

Así entonces, ese acontecer en la pantalla se convertiría en un acto de escapismo, de asistir o no asistir y avanzar sobre el dilema de la simple respuesta hedonista o…masoquista. Afortunadamente el artificio (y cualesquiera que sean sus sinónimos: treta, enredo, imitación, apariencia, ilusión, habilidad, arte, máquina o artilugio) el cine es un instrumento que sobrepasa todo reduccionismo, pues desde sus albores ha sido concebido como un mecanismo de cuestionamiento que genera asombro. 

Al preguntarme, ¿asombro en cuanto a qué?, decidí en una noche hacer este blog y atacarme a mí mismo con dudas  y a los que hagan el favor de leerme, sin dejar de lado el placer y la angustia de tratar de entender la condición humana a través del discurso fílmico. 

El Contagiadero será un espacio para el cine de las afueras, el cine que ya no se ve, el que se esconde. En este sitio tomaremos a "esos cines" como una versión más de la realidad, como un constructo que si bien ha sido estructurado por una explosión genérica, necesita ser analizado desde sus particularidades. 

Estemos o no en la Era de la Pantalla Chica, el cine está aquí y llegó para quedarse. 

A divertirse, cabrones. 

Bienvenidos. 

                                                                                                           Humanoide Gris.