miércoles, 1 de mayo de 2013

Génesis de El Contagiadero





El cine, más allá de un rito social, es ser cómplice y testigo de algo más que un banal espectáculo.  El cine es superior a una mera sustantividad. Y aunque a fin de cuentas viene siendo algo así como un arte en sí mismo abnegado a su público, cualquiera que sea éste, uno siempre se topa con una realidad innegable, y que ese español mil-usos de la risa, llamado Pedro Ruiz, resumió de esta manera: “Lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros”.  

Así entonces, ese acontecer en la pantalla se convertiría en un acto de escapismo, de asistir o no asistir y avanzar sobre el dilema de la simple respuesta hedonista o…masoquista. Afortunadamente el artificio (y cualesquiera que sean sus sinónimos: treta, enredo, imitación, apariencia, ilusión, habilidad, arte, máquina o artilugio) el cine es un instrumento que sobrepasa todo reduccionismo, pues desde sus albores ha sido concebido como un mecanismo de cuestionamiento que genera asombro. 

Al preguntarme, ¿asombro en cuanto a qué?, decidí en una noche hacer este blog y atacarme a mí mismo con dudas  y a los que hagan el favor de leerme, sin dejar de lado el placer y la angustia de tratar de entender la condición humana a través del discurso fílmico. 

El Contagiadero será un espacio para el cine de las afueras, el cine que ya no se ve, el que se esconde. En este sitio tomaremos a "esos cines" como una versión más de la realidad, como un constructo que si bien ha sido estructurado por una explosión genérica, necesita ser analizado desde sus particularidades. 

Estemos o no en la Era de la Pantalla Chica, el cine está aquí y llegó para quedarse. 

A divertirse, cabrones. 

Bienvenidos. 

                                                                                                           Humanoide Gris.

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